Me detuve el otro día ante un póster ya antiguo, donde el daguerrotipo de una pielrroja norteamericana ilustra cierta profecía que la tribu cree: “Cuando se haya talado el último árbol, envenenado el último río y capturado el último pez descubriréis que el dinero no puede comerse”.
Los mexicanos precolombinos, desconocían hasta la balanza y adquirían cosas usando bolsitas con granos de cacao, oro en polvo metido en los cañones de plumas de ganso e incluso finas láminas de zinc.
Los mexicanos precolombinos, desconocían hasta la balanza y adquirían cosas usando bolsitas con granos de cacao, oro en polvo metido en los cañones de plumas de ganso e incluso finas láminas de zinc.
En Africa era más habitual pagar las transacciones con sal, y con esclavos, mientras en el curso superior del Amazonas el equivalente a esos bienes resultaban ser panales de cera y miel.
Descubrimos el dinero muy tarde, allí donde había ya agricultura intensiva, metalurgia y arte ingenieril, gracias a especuladores que osaron acumular ese nuevo tipo de mercadería . Aunque al principio las monedas fuesen trozos de metales útiles pero no nobles (cobre y hierro ante todo), y aunque parecía temerario cargarse de cosas ni nutritivas ni acogedoras ni ornamentales, su apuesta prosperó admirablemente, sentando las bases de economías complejas que acabaron descubriendo las ventajas de la plata y el oro, si se combinaban con un sistema de pesas y medidas.
Descubrimos el dinero muy tarde, allí donde había ya agricultura intensiva, metalurgia y arte ingenieril, gracias a especuladores que osaron acumular ese nuevo tipo de mercadería . Aunque al principio las monedas fuesen trozos de metales útiles pero no nobles (cobre y hierro ante todo), y aunque parecía temerario cargarse de cosas ni nutritivas ni acogedoras ni ornamentales, su apuesta prosperó admirablemente, sentando las bases de economías complejas que acabaron descubriendo las ventajas de la plata y el oro, si se combinaban con un sistema de pesas y medidas.
El primer dinero parece haber consistido en cabezas de ganado, medio de pago para todos los antiguos moradores de Europa. Reses, caballos, ovejas y otros animales útiles presentan manifiestos inconvenientes para sostener el intercambio, compensados tan sólo por su capacidad para autotrasladarse, que les hizo preferibles a grano, materiales de construcción, aperos e incluso tejidos. Y las primeras monedas llevan efectivamente el troquel de algún animal, sello que se conserva también a nivel lingüístico: pecuniario vienen del latín pecus (“ganado”).
Sin embargo, la vida económica no despegó hasta que metales nobles, de peso y pureza controlada, se combinaron con otros medios de pago –letras de cambio, cheques, acciones, bonos- que evitaban en mucha mayor medida dificultades de almacenaje y posibles fraudes (muchos emperadores, por ejemplo, limaban toneladas de su propia moneda para reacuñar esas limaduras). Progresivamente espiritualizado y cómodo, el dinero acabó siendo papel dificil de falsificar, luego el plástico de las tarjetas de crédito y ahora la combinación personal de números que se introduce en internet para pagar con cargo a nuestra cuenta corriente.
Sin embargo, la vida económica no despegó hasta que metales nobles, de peso y pureza controlada, se combinaron con otros medios de pago –letras de cambio, cheques, acciones, bonos- que evitaban en mucha mayor medida dificultades de almacenaje y posibles fraudes (muchos emperadores, por ejemplo, limaban toneladas de su propia moneda para reacuñar esas limaduras). Progresivamente espiritualizado y cómodo, el dinero acabó siendo papel dificil de falsificar, luego el plástico de las tarjetas de crédito y ahora la combinación personal de números que se introduce en internet para pagar con cargo a nuestra cuenta corriente.
Antonio EscohotadoArtículos publicados 2003http://www.escohotado.org/